Presión constante

Las personas que no se pueden mover durante periodos prolongados corren mayor riesgo de desarrollar úlceras por presión, porque el oxígeno y otros nutrientes no pueden llegar a sus células con facilidad. Esto hace que la piel y el tejido se rompan. Cualquier persona que no pueda moverse y que además tenga la piel frágil por la edad o por una enfermedad corre un riesgo aún mayor. La piel cicatriza con más lentitud. Algunas personas tienen la sensibilidad disminuida en estas zonas y no sienten la lesión dolorosa a medida que se desarrolla.

Deslizamiento y fricción

Dos tipos de fuerza ayudan a formar las úlceras por presión. Los deslizamientos opuestos pero paralelos, como el de los huesos al moverse hacia abajo y la piel hacia arriba, comprimen los vasos sanguíneos. Las superficies que rozan (fricción) también pueden hacer que se debilite la piel.

Coloque su dedo en la espinilla y haga presión hacia abajo con fuerza. Deslice su dedo hacia arriba y abajo, y muévalo vigorosamente sobre la piel. A medida que la piel se desliza sobre el hueso, se estira y se extiende. A esto se le llama deslizamiento. Si continúa deslizando su dedo hacia arriba y hacia abajo con suficiente presión en ambas direcciones, puede desgarrar la piel. Esto es algo típico en una persona mayor o enferma cuya piel no está tensa como antes.

Acumulación de humedad

La piel estirada por el exceso de líquido es frágil. Ciertos líquidos (sudor, orina o heces) pueden ser un medio perfecto para el crecimiento de bacterias, retrasando la cicatrización. El exceso de humedad añade otro riesgo: se puede incrementar la fricción.

Nutrición deficiente

La pérdida de peso por no comer bien o tener una mala nutrición hace que la piel se vuelva frágil y delgada. El crecimiento es aún más lento si la persona está enferma o si tiene una lesión en los tejidos de la piel. Cuando las células se lesionan y no reciben suficiente nutrición, tardan más en reparar el daño.